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¿Tiene un buen matrimonio?

¿Dirías que tiene un buen matrimonio? Algunos de ustedes contestarían esta pregunta con una respuesta positiva (y ¡esperamos que tu cónyuge lo haga también!); otros talvez reconozcan que todavía queda mucho trabajo que hacer antes de que puedan afirmar que tiene un buen matrimonio.

¿Pero qué es importa aspirar a tener un buen matrimonio de todas formas? ¿Sólo para sentirse bien creyendo que tienes un buen matrimonio? Y ¿qué significa tener un buen matrimonio? ¿Cuándo puede decir uno que su matrimonio es bueno? ¿Si es mejor que otros matrimonios que conozco?

¿Tiene un matrimonio que glorifica a Dios?

Les propongo que la pregunta “¿Tiene un buen matrimonio?” es la pregunta equivocada. Sería mejor preguntar, “¿Tiene un matrimonio que glorifica a Dios?” ¿Es tu matrimonio uno que glorifica y honra a Dios?

En vez de pensar en un buen matrimonio como el fin en sí mismo, o usando un parámetro humano y relativo para comparar nuestros matrimonios con otros, o como una idea que ha sido propuesta por algún último libro popular que habla sobre el tema, la meta del matrimonio que glorifica a Dios se basa en la relación con nuestro cónyuge en donde debería ser basada: en el plan eterno y soberano de Dios.

Un matrimonio que glorifica a Dios

Según las Escrituras, ¿cómo, entonces, es un matrimonio que glorifica a Dios? Entre otras cosas, significa esto:

(1) Los dos cónyuges están creciendo en Cristo (“creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.” Efesios 4:15)—que no solo sea el esposo (los esposos tienen un responsabilidad dado por Dios para criar espiritualmente a sus esposas, Efesios 5:25–28) y que tampoco sea sólo la esposa (una realidad penosa que existe en muchos matrimonios donde el esposo parece espiritualmente pasivo).

(2) Los dos cónyuges demuestran fruto tanto físicamente (hijos) como también espiritualmente (que están involucrados en un servicio cristiano, individualmente y también juntos). Que una pareja sea fructífera y que multiplique es el meollo del propósito de Dios en la creación (Génesis 1:26–28), y sería un pecado ponernos a nosotros mismos antes del mandato de tener hijos y criarlos en la alentar del Señor (o considerar la adopción si una pareja no puede tener hijos).

(3) El matrimonio es entre dos discípulos de Cristo los cuales están llenos de su Espíritu (Efesios 5:18) y están comprometidos a su Señorío y autoridad sobre todas las cosas. Cristo está en el centro del plan de Dios, no es la pareja ni tampoco su matrimonio (Efesios 1:10). Un matrimonio que honra a Dios en realidad no se enfoca (únicamente) en la familia; mas se enfoca en Dios por medio de Cristo.

La vida que trae la gloria y honor de Dios

En un matrimonio como este, los cónyuges están demasiado preocupados en su crecimiento espiritual, al mismo tiempo en su servicio a Dios junto con su servicio a su familia para preguntar si tienen un buen matrimonio. Es verdad que tienen un buen matrimonio, pero no porque tener un buen matrimonio es su aspiración principal, sino porque cualquier cosa que hacemos en la vida que trae la gloria y honor de Dios (incluyendo como conducimos nuestro matrimonio) resultará en una bendición.

¡Qué sea Dios cada vez más glorificado en nuestros matrimonios para su gloria y para nuestro bien!

Para leer más sobre el matrimonio y la familia y cómo cae dentro del gran propósito de Dios en Cristo, vea Dios, Matrimonio y Familia (God, Marriage & Family).