Aplicación: la parte más difícil de la interpretación
Entonces, has seguido los primeros dos pasos de la interpretación, la “observación” y la “interpretación.” Has buscado determinar la “significación” del texto en su contexto original, a sus lectores originales según el propósito del autor original, explorando lo que algunas personas llaman el “primer horizonte” de la interpretación bíblica. Has estudiado palabras complicadas, resumido el pasaje como parte de tu análisis fluido de tus pensamientos, y has considerado las cuestiones históricas-culturales de fondo.
Con oración, te has acercado a la tarea de la interpretación y dejado tus propios presuposiciones por un lado (por hacer lo que se llaman “distanciarse”) con el propósito de percibir lo que hay en el texto bíblico (poniendo en práctica lo que Schlatter ha llamado “hermenéutica de percepción”) en vez de imponer tu propio significado al texto. Casi has terminado. No obstante, queda toda vía la parte más crítica y, discutiblemente, la más difícil de la tarea de la interpretación: la aplicación del texto a ti mismo y a tus estudiantes o al público.
¿Cómo aplicas hoy el mensaje de un texto bíblico dado en la actualidad? Se han dado varias respuestas para esta pregunta. Quizá una de las concepciones populares más común sea que cada texto de la Escritura aplica a cada persona (y lo hace directamente). Obviamente hay problemas con esta manera de abordar la aplicación. Cuando Pablo pide a Timoteo traer su abrigo e intentar llegar a verle antes del invierno,¿cómo aplicamos tú y yo este mandato?¿O, cómo aplicamos el pasaje en Hechos narrando la historia del caído del pobre Eutico de la ventana durante una de las largas predicaciones de Pablo? Y, ¿qué sobre los pasajes que tratan explícitamente con la nación de Israel antes de, o durante de uno de sus exiliados, amenazándolos con un castigo divino o prometiéndolos una restauración? Seguramente nonos encontramos en la misma situación hoy, entonces, cualquiera aplicación posible, a lo mejor sea indirecta. Puede ser que esto no me congracie con algunos de los lectores de esta publicación, pero en mi opinión, es bastante evidente que cada pasaje dela Escritura no aplica a cada persona de la misma manera hoy día (o, a cualquier tiempo de la historia de la iglesia), y esto no supone necesariamente una vista baja delas Escrituras. Simplemente, es una cuestión de la importancia del texto original y haciendo una diferencia en su aplicación.
Otros han argumentado que, aunque cada pasaje no pueda ser aplicado “literal” o “directamente,” podemos determinar el principio eterno y subyacente que está en juego por un proceso llamado “principalización.” Aparte del monstruosidad verbal creado aquí (“principalización” no está reconocido por mi corrector ortográfico ni se encuentra en mi diccionario, y yo, personalmente, espero que se quede así),dudo que “principalización” pueda resolver todos nuestros problemas en la interpretación. No es precisamente la cura mágica como algunos afirman. Por ejemplo, ¿cuál es el principio fundamental en los ejemplos mencionado arriba?¿Qué debemos ayudar a los viejos encarcelados por la fe, especialmente en el invierno?¿Qué debemos evitar tiempos largos de predicación, especialmente cuando se acerca la media noche cuando hay jóvenes en el público? Podríamos seguir con la lista.
Afortunadamente, por supuesto, en muchos casos la aplicación es considerablemente más directa. Muchos mandamiento sen la Escritura, tales como los mandamientos de perdonar el uno al otro, elamar el uno al otro, y el mostrar la compasión hacia otros aplican directamente a nosotros. (Aunque allí, discutiría que es importante entender elcontexto original y la razón por la cual fue dado el mandamiento, y a quién se aplica el mandamiento hoy día.) En breve, yo creo que las epístolas son las más fáciles de aplicar por la convergencia, por lo menos a un nivel significante, entre el público original y lo contemporáneo: en ambos casos, estamos tratando con los creyentes de la edad cristiana, los quien es tienen al Espíritu Santo pero quien es necesitan crecer en Cristo y aprender como andar con él en una manera digno de su llamamiento. Dicho sea de paso, esto resulta en que los evangelios sean más difíciles de aplicar porque se trata de los individuos—incluyendo hasta los doce apóstoles—quienes, aún no hubieran sido regenerados y tampoco poseyeron la presencia del Espíritu Santo. (Lo siento, pero ya no puedes usar la negación de Pedro a Jesús o las dudas de Tomás como excusas que sea aceptable para ti involucrarte en esta clase de cosa también.)
Entonces, un parte de la dificultad de aplicar la Escritura es el hecho de que podría haber, y en muchos casos hay, una diferencia entre el contexto y el público original yel de los contemporáneos. Para dar solo un ejemplo, ¿cuán adecuado es exhortar al público de hoy cuando estás enseñando del libro de Hebreos que no debieren volver a su vida vieja, sino, adherir sea Cristo y vivir para él? Es dudoso que alguien en nuestro congregación sea tentado a regresar al viejo sistema del pacto—¡la mayoría ni serán judíos!—o practicar el sacrificio de los animales, etcétera. Atrevo a decir que si eso sea nuestra aplicación, fallará en dar al blanco (aunque, por la gracia de Dios, su Palabra hará su trabajo, ya que es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos, Hebreos 4:12). Entonces, propongo que lo que debemos hace res reconocer que existe una diferencia entre la situación del público original y el contemporáneo y tomar en cuenta esta diferencia cuando creamos nuestra aplicación de tal manera que sea apropiada para nuestro público moderno, aunque eso significa que nuestra aplicación sea más indirecta. Hoy día puede ser que nos interesaría hablar del peligro del nominalismo o la presunción, y por el estilo.
El propósito de esta publicación no es resolver una vez por todas la cuestión de la aplicación, tampoco es proveer pautas específicas dela aplicación apropiada. Es simplemente dar una nota deprecaución y desafiarnos a reconocer, que en primer lugar, la aplicación es la parte más crítica, aunque sea la parte más difícil, del proceso interpretativo, y en segundo lugar, la aplicación debe proceder en una manera juiciosa y matizada. Solamente si nos enfrentamos con algunos de los desafíos únicos relacionados con la aplicación, seremos “como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).
¿Qué piensan? Me encantaría escuchar tus pensamientos de cómo aplicar correctamente la Escritura mientras enseñamos y predicamos la Palabra.
El Dr. Köstenberger ha escrito un libro sobre la interpretación bíblica, con un título de Invitation to Biblical Interpretation (Invitación a interpretación bíblica).